MÁS ALLÁ DEL HORIZONTE: ARQUEOLOGÍA DEL TITICACA (PERÚ)

Saturday, December 23, 2006

EL FELINO EN LA ROCA: UNA REPRESENTACIÓN MATERIALISTA HISTÓRICA DEL DESARROLLO DE LAS SOCIEDADES PREHISPANICAS EN LA CUENCA NORTE DEL TITICACA


TOMADO DE "ARQUEOLOGÍA DE LA FORMACIÒN DEL ESTADO. EL CASO DE LA CUENCA NORTE DEL TITICACA" DE HENRY TANTALEÁN. AVQI EDICIONES, LIMA, 2005

En este lugar brindaremos una alternativa de explicación o representación arqueológica materialista histórica de las sociedades prehispánicas de la cuenca norte del lago Titicaca. De este modo, nuestra alternativa espera superar la contradicción existente entre nuestra teoría y nuestra práctica arqueológica y entrar en el debate acerca de estas sociedades. Asimismo, observaremos este proceso de manera dialéctica y la confrontación de nuestras hipótesis se realizará mediante la materialidad social existente acerca de las sociedades en cuestión. Sin embargo, tenemos el grave problema de abarcar espacios de tiempo muy grandes para cada una de estas partes del desarrollo histórico, cuestión que obviamente no ha resuelto la producción de fases estilísticas y, que más bien, han planteado contradicciones durante el desarrollo de nuevas investigaciones.

Para nosotros el cambio social se realiza a través de la superación de contradicciones que aparecen históricamente en el seno de la misma sociedad. Así, los cambios sociales se producen en situaciones históricas, donde una serie de elementos se han de encontrar para que esto sea posible. En cualquier caso, la sociedad cambiará cuando sus condiciones materiales de existencia lo permitan. En cualquier caso, el trabajo social será el elemento clave en la transformación de la sociedad, como factor que media entre el ser social y la naturaleza y entre los mismos seres sociales. La arqueología pues se encontrará en una posición privilegiada para la explicación de estos cambios sociales, pues si las sociedades desarrollan sus capacidades productivas, los restos de las mismas han de ser reconocidos mediante las investigaciones arqueológicas

Una cuestión que nos parece importante resaltar es que una forma de superar las explicaciones basadas exclusivamente en cronologías relativas o cruzadas sería mediante los fechados radiocarbónicos de contextos arqueológicos significativos. Sin embargo, a la fecha los mismos son escasos para el área que nos ocupa y generalmente estos han sido realizados con muestras procedentes de pozos de sondeo, sin dar a conocer el contexto específico de su recolección[1] lo que plantea algunos problemas como veremos a continuación.

Los primeros fechados radiocarbónicos[2] fueron realizados por Alfred Kidder II en 1955 de muestras obtenidas en los sitios de Qaluyu y Pukara. Los fechados para Qaluyu proceden de un pozo de sondeo excavado por Kidder y Chávez Bayllón y son los denominados como P-155 con 640 + 117 B.C. y P-156 con 1093 + 124 B.C. (Mohr Chávez 1980: 241[3]). Suponemos que estos fechados se habrían calibrado pues según Rowe (1963: 298) el fechado P-155 tiene 565 B.C. + 114 y el P-156 tiene 1005 B.C + 120). Asimismo, Rowe señala que ambas muestras de carbón fueron tomadas a la misma profundidad y en el mismo pozo de sondeo, por lo que no deberían estar tan alejados temporalmente y plantea que ambas no pueden ser aceptados en el primer sigma. Aún con todo, Rowe asume que el fechado más antiguo es el que más se ajusta a la evidencia arqueológica (Rowe 1963: 298).





También están los fechados de Karen Mohr, también, conseguidos en pozos de sondeo en el sitio de Qaluyu (Mohr Chávez 1980) y que son las muestras P-1585, que según la autora parece anómala, pues está entre los años 1441 y 1333 a.n.e. resultando muy temprana[4] y alejada del rango de sus otras 3 muestras; P-1584 que cayó en el rango de años de 1245 a 1129 B.C., la P-1583 de 1146 a 1020 B.C. y P-1582 de 1126 a 1000 B.C. (Mohr Chávez 1980: 242 y fig. 3).
Para el año 2000, Richard Burger, Karen Mohr Chávez y Sergio Chávez presentan los fechados de Kidder de esta manera: P-155 con 2522 BP + 114 y P-156 con 2962 B.P. + 120. A ellos se le suman los de Karen Mohr que son las mismas muestras de P-1582 con 2925 BP + 61 y P-1583 con 2945 BP + 61.

Así pues, actualmente sólo tenemos 6 fechados absolutos para la sociedad relacionada con la cerámica Qaluyu[5] y que, como observamos, han sido presentados de diversas formas y sin la indicación de las calibraciones realizadas. Además, para el caso de los fechados de Kidder, a pesar de que ambas muestras proceden de una misma capa arqueológica distan muchos años entre ellas, cuestión que plantea problemas para la investigación que se someta a dichos fechados. En el caso de los fechados de Karen Mohr, uno de ellos sería muy temprano y no guardaría relación con los otros tres presentados originalmente y de los cuales solamente conservará dos.
Más alla de estos problemas técnicos, un grave problema es que la mayoría de dichos fechados pertenecen al sitio más temprano donde se descubrió el estilo Qaluyu, es decir, donde se está utilizando cerámica, por lo que solamente se estaría fechando a esta, cuando la aparición de la cerámica no necesariamente marca el inicio de la sedentarización y, siguiendo el viejo modelo del Neolítico de Cercano Oriente, supone la correlación entre asentamientos aldeanos y agricultura. Así pues, pueden haber existido grupos sociales que aún no hemos podido reconocer con estrategias de subsistencia semejantes a las de Qaluyu pero que no tuvieron porque utilizar la cerámica[6].

Para Pukara los fechados obtenidos se hicieron a partir de las muestras tomadas en 1955 por Kidder y Chávez Bayllón en el sitio epónimo y que fueron P-152 (143 BC + 108), P-170 (74 BC + 106), P-154 (111 BC + 106 a.n.e.), P-217 (2 BC + 90), P-172 (82 BC + 109) y P-153 (83 BC + 107) (Lumbreras y Amat 1966).

Para este mismo sitio, Karen Mohr tiene el fechado de la muestra P-1581 y que arrojó un rango de años entre el 112 al 4 B.C (Mohr Chávez 1980: 242 y fig. 3). La misma muestra (P-1581) fue presentada, posteriormente, con 1949 BP + 52 (Burger et al. 2000: 315).
Como en el caso anterior, se plantea la existencia de la sociedad Pukara desde los fechados realizados en el sitio epónimo donde se localizó el estilo cerámico y, además, con muestras que estarían fechando a las estructuras monumentales[7]. Como consecuencia de ello, se plantea una diferenciación temporal y social entre Pukara y todo lo anterior. Sin embargo, como muchos sitios de la misma cuenca demuestran (Qaqachupa (Burger et al. 2000), Balsaspata (Tantaleán 2005), Huatta (Erickson 1988) y el mismo sitio de Qaluyu (Chávez 1992: 41)) que existe una continuidad entre Qaluyu y Pukara. Asimismo, se plantea la desaparición de Pukara a partir del fechado más reciente obtenido por Kidder, extendiéndolo para toda la sociedad que estuvo relacionada a este sitio principal.

Pero dejemos de lado estas cuestiones que merecen nuestra atención para las cuales, quizá, este no sea el espacio adecuado para desarrollar y empecemos con nuestra representación arqueológica de estas sociedades altiplánicas, iniciándola con los primeros habitantes del área de la cuenca norte del Titicaca.

Insertar aquí el archivo FIG. 8

Para el área concreta de nuestro estudio no existe un fechado radiocarbónico para la presencia humana más temprana, siendo los estudios relacionados a los cazadores/recolectores realizados en la cuenca del Titicaca aún escasos[8]. Por ello, el sitio de Asana excavado por Aldenderfer (1998b) se ha convertido en la referencia más segura para la ocupación temprana de esta zona altiplánica. Sin embargo, hay que anotar que el campamento al aire libre de Asana pertenece a la cuenca alta del rio Moquegua y su extrapolación al área circunlacustre es riesgosa. Sin embargo, la presencia de espacios al aire libre, cuevas y abrigos, algunos de ellos con pinturas rupestres[9], asociados a artefactos líticos como puntas, raederas y otros, supone la existencia de sociedades con estrategias de susbsistencia cazadora-recolectora en el área de la cuenca norte del Titicaca. Por ello, se ha procedido a la construcción de secuencia tipológicas a partir de los útiles líticos encontrados en dichos lugares (para el área de Ayaviri, relacionada posteriormente con Qaluyu y Pukara se puede recurrir a Arizaca 1999 y Calero 1998) para asociar dichas “industrias líticas” con otras del área andina, cuestión que si bien planteará nuevas hipótesis a contrastar, parte del supuesto de una relación tipológica directa entre artefactos y no de la explicación de la sociedad que la produjo, en tanto su propio desarrollo histórico.




Así pues, es muy probable que existiese en la cuenca norte del Titicaca, una serie de fenómenos de desarrollo sociopolítico que desconocemos hasta ahora pues nos enfrentamos a un lapso de tiempo muy largo y a un área bastante extensa. Lo anterior se agrava más, porque como hemos observado en el capitulo anterior se ha equiparado cerámica con desarrollos sedentarios y “complejidad sociopolítica”, condicionando con ello, el análisis de sociedades que desconociendo la cerámica, o simplemente no utilizándola, ordenaron su sociedad según sus propios desarrollos socio-económicos.

Si la sociedad cazadora/recolectora, como parece ser por su largo tiempo de existencia, fue conservadora pues no desarrolló sus fuerzas productivas[10], esta habría desarrollado prácticas sociales consensuadas colectivamente para controlarlas. En este caso, la población podría haber sido controlada para condicionar socialmente la explotación de los recursos naturales de su medio ambiente, cuestión que como puede verse en estudios etnográficos e históricos se puede realizar mediante el asesinato de los sujetos de sexo femenino, controlando así la reproducción biológica del grupo. Lo mismo, también, se podría haber realizado mediante el control del número de parejas reproductoras, como por ejemplo mediante el matrimonio y sus diversas modalidades, en los que el número de mujeres para cada hombre podría haber sido definido por el grupo social con el objetivo de controlar la capacidad reproductora de la mujer. En cualquier caso, hay que tomar en cuenta que una de las primeras formas de explotación social sería la que realiza el hombre sobre la mujer, cuestión que recién se está desarrollando como campo de estudio en la arqueología de dichas sociedades (ver por ejemplo, Estévez et al. 1998).

Planteamos que el paso de las sociedades cazadoras/recolectoras a las agrícolas/ganaderas fue consecuencia de la superación de esta contradicción entre las condiciones sociales de producción de bienes materiales y los procesos de reproducción biológica y social (Estévez et al. 1998: 11-12). Esta superación se realizará mediante el desarrollo de las fuerzas productivas (medios de producción y fuerza de trabajo) originándose una elevación de la productividad e incrementándose la fuerza de trabajo de la sociedad. Este desarrollo de las fuerzas productivas, materializado objetivamente en la producción agrícola (Erickson 1983, 1988, 2000) y ganadera[11], impulsará y condicionará nuevas formas de organización del trabajo (las relaciones sociales de producción) y la consecuente diferenciación laboral. Esto quiere decir que la producción de alimentos[12], lograda mediante el desarrollo tecnológico (domesticación de plantas y animales), provocará consecuentemente una nueva forma de organización social del trabajo. La misma promoverá que los grupos humanos puedan reproducirse biológica y socialmente sin temer a la precariedad que les imponía la forma de explotación del medio ambiente de tipo cazador/recolector[13]. Gracias a ello, los grupos humanos también pudieron controlar y apropiarse del espacio natural, cuestión que devendría primero en propiedad colectiva y posteriormente en propiedad particular.

Así pues, se habría dado un gran salto cualitativo y cuantitativo, pues el humano se ha despojado de la dependencia absoluta que tenía con respecto a la naturaleza: el hombre ha superado la contradicción con la naturaleza y puede producir sus propios alimentos. A la espera de mayor información de esta época, tendremos que señalar que dicho salto, se correlacionaría con lo que se ha venido en denominar “Qaluyu” (ver discusión de fechados arriba) a la que los investigadores dan un asombroso tiempo de duración de casi un milenio. Sin embargo, este proceso social, sería anterior a la aparición de la misma cerámica Qaluyu, la misma que no puede ser homologable a un desarrollo sociopolítico. Lamentablemente, el afán de l@s arqueólog@s en ecualizar cerámica con sociedad (“cultura”) ha favorecido y fortalecido dicho normativismo.
Para nosotros, lo conocido como Qaluyu representaría, en primera instancia la existencia de aldeas y, consecuentemente, la domesticación de un espacio natural concreto. Según estas aldeas conocidas (como el sitio de Qaluyu mismo, Balsaspata, Qaqachupa o Santa María en Viluyo[14]) y los materiales asociados a ellas (Arizaca 1999, Fernández 1998, Mohr Chávez 1980, 1981, Mujica 1985, Rowe 1956: 144, 1963: 298), podríamos hablar de una sociedad igualitaria, pues, los asentamientos no presentan sectores alejados de la producción primaria[15]. De hecho, la mayoría de dichos asentamientos están relacionados a fuentes de agua o las orillas de los rios, con el objetivo principal de controlar áreas para la producción agrícola. Una pequeña prospección realizada por nosotros en el año 1997 en el sector de Ayaviri nos acercó a dicho fenomenología, que relacionaba asentamientos con presencia de cerámica Qaluyu con áreas inundables por los rios y en un caso se podían observar vestigios de camellones. Asimismo, la mayoría de dichos asentamientos incluyen una serie de alfares de diferentes lugares de producción lo que nos remite al supuesto que la producción, distribución y consumo de cerámica no estaban controlados por un grupo social, por lo menos en el área de la cuenca norte del lago Titicaca[16].


Asimismo, la extracción de mano de obra no constituyó la edificación de grandes estructuras arquitectónicas. Si bien, al parecer, existió una ideología compartida por estos grupos circunlacustres como puede ser la Tradición Yaya-Mama de escultura lítica (Chávez y Mohr Chávez 1975), esta no definiría una ideología utilizada para la explotación socio-económica intragrupal. Por el contrario, esta constituiría una ideología que supuso la ordenación de la sociedad de manera igualitaria y corporativa. De hecho, las estelas líticas (así como la cerámica) que son las principales manifestaciones de la ideología en los edificios principales de los asentamientos Qaluyu, no describen mayor complejidad ideográfica ni mucho menos representan actividades coercitivas o violentas.

Insertar aquí los archivos: FIG. 12, FIG. 13, FIG. 14

Asimismo, en Qaluyu se daría la primera división técnica del trabajo con el objetivo de (re)producir las condiciones materiales de existencia del grupo. Esto sería observable, por ejemplo, en la producción de textiles, demostrada indirectamente por el hallazgo en los asentamientos de instrumentos de hilar (“piruros” elaborados a partir de fragmentos cerámicos) y de tejer (“wichuñas” o “espadas” hechas con huesos de camélido). Como, además, hemos observado, la producción cerámica aparece con Qaluyu y ésta aumenta de forma significativa cualitativa y cuantitativamente. Por ello, también se encuentran en los asentamientos gran cantidad de “alisadores” de cerámica e instrumentos para realizar la decoración incisa en las mismas (Steadman 1995, Tantaleán 2005). Adicionalmente, se observa proliferación de obsidiana en los asentamientos (artefactos, núcleos y desechos) que supone una producción lítica especializada (Burger et al. 2000). Los numerosos fragmentos de ollas de cocina y morteros de piedras, son también una característica dentro del material excavado (Tantaleán 2005). Esta diversidad de artefactos (medios de producción y reproducción social) indicarían una especialización en la producción de objetos para el consumo de la misma sociedad y como parte del “intercambio comercial” [17] con otras sociedades (Burger et al. 2000) como la de Marcavalle en el Cusco (Idem.) o las de la parte sur del lago (Stanish et al. 1997)[18]. Para nosotros la existencia de esta temprana división técnica del trabajo supondría la base para la posterior división social, momento originado cuando la producción ya no se hizo exclusivamente para la reproducción social sino más bien para la producción de excedentes (explotación), los cuales al ser enajenados por algunos miembros de la sociedad devendrían en una diferenciación económico-social, es decir, una distribución asimétrica de los productos en la cual hay explotación por parte de un grupo de la sociedad.

Insertar aquí los archivos FIG. 15, FIG. 16, FIG. 17, FIG. 18 FIG. 19 y FIG. 20


Con ese propósito, habría que investigar en que momento l@s productor@s de estos instrumentos de trabajo y artefactos, se tornan trabajador@s desligad@s de la producción directa de alimentos y si realizan estas actividades fuera de sus espacios domésticos para, de esta manera, confirmar nuestra hipótesis de su especialización. De esa manera, podríamos conocer sí los mismos eran propietarios o no de los medios y/o espacios de producción, es decir, estaban o no controlados por una facción de la misma sociedad. Esto será verificable, siempre y cuando demostremos que la producción de bienes ya no se realiza dentro de unidades domésticas sino en talleres especiales, es decir, que la producción ya no se realice para la reproducción social sino para la producción de excedentes acumulados por un grupo social.
La existencia de una fuerte similitud e incluso la existencia de cerámica Marcavalle y otras aun no aisladas en los asentamientos Qaluyu, relacionaría a estas sociedades por medio de “relaciones de intercambio comercial” (Burger et al. 2000, Lumbreras 1981, Mohr 1977). Esta relación, materializada en la cerámica, también estaría reflejada en la obsidiana, un recurso que es extraño a la cuenca del Titicaca[19]. Como ha evidenciado el registro arqueológico, los textiles formarían un elemento relevante dentro de esta red de intercambio de materias primas y productos y que es más patente en Pukara (Conklin 1983). Todo esto, no hace más que confirmar un rápido desarrollo en la transformación de materias primas para la producción de objetos con “valor de uso”[20] y los consecuentes contactos sociales que supondría el desarrollo de un sistema económico que organice dichas relaciones sociales.

Sin embargo, dicha situación no fue inmutable y, por lo menos para sus tiempos tardíos, Qaluyu representaría una Transición y ésta bien podría haber estado asociada con la cerámica Cusipata, como ya avanzó Mujica hace unos años atrás (Mujica 1987). Con el término Transición nos referimos a un desarrollo económico-social dinámico que deviene en una forma diferente (y no superior o inferior) de formación económico-social. En el caso que nos ocupa, dicha Transición desembocará en la afirmación, legitimación e institucionalización de las disimetrías socioeconómicas, vale decir en un Estado. Asimismo, para nosotros una Transición no representa una categoría socio-económico universal (no trasladable a otras realidades) sino que correspondería a una realidad concreta (fenomenológica)[21]. También gracias a este concepto esperamos superar en primera instancia el normativismo de las arqueologías procesuales anclado en un registro parcial y deficiente y que, por ejemplo, le otorga a Qaluyu la asombrosa e inmanente longevidad de casi un milenio. Así pues, Qaluyu y Pukara conformarían un mismo proceso histórico donde en este caso la formación del Estado es un fenómeno que siguió una trayectoria histórica basada en la existencia de una base socio-económica que la posibilitó.

El cambio de una sociedad aparentemente igualitaria a otra con clases sociales en nuestro caso de Qaluyu a Pukara se daría en esa transición. En ella, la contradicción principal de la sociedad Qaluyu se tornaría dramática, la misma que como ya hemos señalado se habría dado entre las fuerzas productivas (incremento de fuerza de trabajo y medios de producción) y las relaciones sociales de producción (división de la sociedad en productores de alimentos y productores de bienes de mantenimiento).

Detengámonos a explicar esta contradicción en la sociedad Qaluyu. Como consecuencia de la productividad alcanzada con Qaluyu, es decir en el desarrollo de las fuerzas productivas materializadas en la agricultura (camellones, cochas, andenes, etc), se posibilitará la capacidad real para que una parte de la población pueda alejarse de la producción de alimentos (producción primaria). En este caso, el desarrollo de las fuerzas productivas posibilitó la existencia de productores a tiempo completo de objetos de mantenimiento o producción secundaria (cerámica, textiles, sal, útiles líticos), los que conformaron un sector de la población alejada laboral y espacialmente de la producción primaria, constituyendo un grupo social diferenciado (aun no económicamente) por su especialidad dentro de la producción. Las relaciones sociales de producción en Qaluyu fueron igualitarias pues la distribución de los productos no permitía la acumulación o explotación del trabajo de otros, el mismo que no tenía por que existir mientras no hubiese obligación mediante la coerción (física o psicológica). Esas relaciones sociales de producción o forma de organizarse socialmente para el trabajo, se mantuvieron inmutables hasta que la ideología que controlaba que la distribución de los bienes fuese igualitaria, dejándose campo para la acumulación de las mismas.


Por ello, para confirmar arqueológicamente esto, sería necesario averiguar en que sitios arqueológicos se constituyeron los referidos espacios alejados de la producción primaria para demostrar que los productores secundarios fueron los encargados de asumir el control de la producción primaria. Asimismo, los productores secundarios habrían enajenado las fuentes de las materias primas (su objeto de trabajo) controlando su distribución que antes se hacía colectivamente pero que en ese momento fue gestionado por ellos mismos. Un rápido análisis de los principales asentamientos Pukara, plantea que estos se ubicaron asociados a recursos principales para la producción de mantenimiento, por ejemplo, Pukara estaba asociado a fuentes de arcilla y Arapa a canteras de sal. Sin embargo, esto podría ser un fenómeno producido después que se constituyó el Estado Pukara.

Así pues, planteamos que en Pukara se tendrían las pruebas materiales de la existencia del primer Estado en la cuenca norte del lago Titicaca. Dicho Estado estaría caracterizado por la institucionalización, afirmación y reproducción de las diferencias socioeconómicas. Estas diferencias socio-económicas son producidas por una distribución desigual (explotación) de la producción en la que un grupo social productor secundario se apropia de los excedentes de producción de los productores primarios. Asimismo, un aparato coercitivo desarrollado por los interesados en mantener su control de la producción hará uso de la violencia física para obligar a los productores primarios a entregar parte de su producción y de su fuerza de trabajo.



Para nosotros, al crearse la primera ciudad y capital (el asentamiento de Pukara) una clara división socioeconómica (no productores /productores) se materializaría en la contradicción ciudad/poblados rurales. Dicha ciudad acumularía un capital (fuerza de trabajo[22] y materiales empleados en su construcción) manifiesto en la concentración de estructuras arquitectónicas y talleres de artesanos especializados (Chávez 1992). Asimismo, dichos talleres estarían produciendo artefactos estandarizados morfológica y decorativamente para el grupo social dominante (Idem). La existencia de talleres artesanos dentro de la misma ciudad acusaría la propiedad y control de los medios de producción por parte de ese grupo social[23]. En este caso, aparecería un “valor de cambio” en estos artefactos, y que ya no representa lo que costó producirlos sino que tienen un valor agregado resultante de la apropiación del plustrabajo del trabajador. De momento, no se ha registrado arqueológicamente que durante la presencia de la sociedad Pukara se mejorasen los medios de producción (plusvalía relativa), consecuentemente se habría dado un plustrabajo (plusvalía absoluta). En el caso concreto de la producción cerámica, los instrumentos de producción fueron siendo los mismos con los que se produjo la cerámica Qaluyu, aunque como decíamos en la nota anterior podría ser que el control exclusivo de las fuentes de arcilla de Pukara fuese un elemento que elevaría el costo de la producción con relación a sus consumidores.

La teoría anterior se puede sintetizar así:

MP + FT + PT = VC

Donde MP son los medios de producción, FT es la fuerza de trabajo mínima necesaria para la producción, PT es plustrabajo y VC Valor de cambio

Este valor de cambio se daría durante la existencia del Estado Pukara en el que los artefactos que incluyen diseños iconográficos (el objeto esta “cargado de ideas”) y otros, tienen un valor irreal y aumentado, puesto que son producidos en espacios controlados por el Estado. Así éstos, además de su mejor tecnología y su “belleza artística”, poseen un valor ideológico que cobra sentido dentro de un sistema de creencias que reproduce la religión oficial, transmitiendo información a la población y a otras sociedades a través de variados soportes. Al ser producidos y distribuidos exclusivamente por el Estado se convierten en productos más caros y deseados, cuestión que aprovechan las élites para reproducir el sistema económico.

Insertar aquí los archivos: FIG. 21, FIG. 22, FIG. 23, FIG. 24, FIG. 25, FIG. 26


Asimismo, el control del territorio Pukara como característica del control de la propiedad privada (Castro y González 1989, Lumbreras 1994) estaría representado en el emplazamiento de centros satélites o secundarios en la cuenca norte del Titicaca (Mujica 1991), los cuales reproducen las características arquitectónicas generales del centro político principal de Pukara, así como los elementos más representativos de la materialización de su ideología (Chávez 1988, Kidder 1943, Mujica 1991, Tantaleán y Pérez 1999). Además, muchos de estos asentamientos estarían relacionados directamente con la explotación agrícola realizada mediante técnicas como los camellones, las lagunas artificiales o cochas[24] (Flores Ochoa 1983) y las terrazas o andenes (Mujica 1997), para la explotación de pastos para rebaños de camélidos (Mujica 1985), explotación de recursos lacustres y ribereños (Idem) y la explotación de materias primas para la producción de instrumentos de producción como, por ejemplo, el basalto olivino para producir azadas (Bandy 2001: 597). Aquí habría que resaltar que la característica principal de un Estado sería el control y explotación de la propiedad privada de un recurso (un objeto de trabajo), en el caso de Pukara sería principalmente la tierra para la producción agrícola y ganadera. Dicho control del objeto de trabajo por una clase social reside, además del hecho de su producción, en la capacidad de su reproducción. Esto quiere decir, que un grupo social dominante, además de explotar una materia prima (en el caso de Pukara sería la tierra), debe ser capaz de reproducirla (en este caso, aumentando su productividad) pues si no lo realiza está condenado al fracaso puesto que el sistema económico que dominan no se recrea.

Insertar aquí el archivo FIG. 27, FIG. 28, FIG. 29, FIG. 30, FIG. 31, FIG. 32, FIG. 33

El Estado Pukara también controlaría las rutas de intercambio, especialmente entre el altiplano y la costa del Pacífico, en busca de recursos naturales y artefactos necesarios para satisfacer las necesidades del grupo social dominante[25]. Como consecuencia de dichos intercambios, incluso ha llegado a registrarse artefactos Pukara en zonas tan alejadas de su núcleo principal, como el valle medio y la desembocadura del río Moquegua (Goldstein 2000, Alcalde 2001), Arequipa (de la Veracruz 1996) o incluso Ica (Conklin 1983), en el sur del Perú, y Azapa, en el extremo norte de Chile (Mujica 1991), etc. Dicha aparición recurrente de artefactos Pukara también ha planteado la existencia de colonias altiplánicas en la costa (Feldman 1989), cuestión que no sería efectiva para San Pedro de Atacama como demuestran los estudios bioantropológicos (Rothhammer y Santoro 2001, Sutter 2000,) pero que para el extremo sur de la costa peruana todavía no sería definitivo por la carencia de estudios, como por ejemplo, en el valle de Moquegua donde también se han recuperado artefactos Pukara (Goldstein 2000, 2005).
Por otro lado, con Pukara se producirían y reproducirían las manifestaciones de coerción ideológica, encargadas de justificar y mantener las diferencias económico-sociales. Este tipo de coerción se observaría en la creación de un discurso religioso que incluye seres mitológicos algunos de ellos visualmente terroríficos, y que fue plasmado de manera estandarizada en materiales tan variados como escultura lítica[26] (Chávez 1976, 1981; Chávez y Mohr-Chávez 1976, Hoyt 1975, Nuñez del Prado 1971, Ponce Sanginés, Rowe 1958,), cerámica (Chávez 1992, Lumbreras y Amat 1966, Mujica 1991), textiles (Conklin 1983), metales (McEwan 2000) y hueso (Alcalde 2001). Esta coerción, también estaría materializada en los sacrificios humanos, inferidos por las denominadas "piedras de sacrificio" localizadas en el mismo asentamiento de Pukara y que estaban asociadas a gran número de fragmentos de mandíbulas y cráneos humanos (Chávez 1992: 64, Franco Inojosa 1940: 131). Asimismo, las bolsas de textil Pukara conteniendo cabezas humanas seccionadas excavadas en sitios arqueológicos de valles costeros del extremo norte de Chile (Mujica 1991) estarían relacionadas con estas actividades sacrificiales-coercitivas. Incluso, algunas huellas de uso en vasijas Pukara (con diseños de cabezas humanas decapitadas) serían producidas con el fin de utilizarlas como recipientes para cabezas humanas (Chávez 1992: 512). Todo esto, probaría que en Pukara se realizaban efectivamente sacrificios humanos, una cuestión casi siempre abordada desde la iconografía pero que nos permite reconocer que dichas acciones violentas se materializaban y estaban institucionalizadas por el Estado. Es más, habría un interés por parte de los ejecutores en que esta actividad fuese (re)conocida más allá de los lugares de ejecución (propaganda). De hecho, no se puede invalidar la hipótesis de la antropofagia, actividad que puede ser argüida por la aparición de huesos humanos en contextos de desperdicios domésticos[27] (Kidder 1939, en Chávez 1992). Por todo esto, mientras no se pruebe lo contrario, se puede plantear que Pukara poseyó un cuerpo coercitivo (no necesariamente regular) que ejercía la violencia física contra los individuos de la misma sociedad o sociedades cercanas y con las cuales competían.

Insertar aquí el archivo FIG. 34, FIG. 35, FIG. 36, FIG. 37

El fin de Pukara no ha sido discutido seriamente por l@s arqueólog@s que han trabajado en el área, pero dado el panorama que hemos planteado dentro de la sociedad Pukara, es muy posible que la contradicción creada entre los productores y los no productores terminase con el abandono del sistema estatal, pues, la capacidad de los no productores para subvertir dicho sistema se plasmó en el abandono de los principales sitios Pukara y todo su aparato estatal, sobre todo el ideológico que también fue abandonado sin dejar huellas en el registro arqueológico.


NOTAS

[1] También habría que reconocer la procedencia y el material que componen la muestra fechada, así como también, las calibraciones realizadas por los mismos investigadores. Para todas estas cuestiones relacionadas a los fechados y los problemas que puede suponer su utilización y, en concreto, en el Formativo en los andes centrales, se puede consultar Velarde 1998.
[2] Hemos conservado la forma de presentación de los fechados radiocarbónicos para que el lector pueda tener acceso a la información tal cual ha sido presentada por los investigadores. En estos fechados B.C. es “Before Christ” y BP “Before Present”.
[3] Mohr anota que su conversión de vida media es de 5730 años.
[4] Este fechado es el que más se utiliza en la literatura arqueológica del área. Sin embargo, aunque la misma autora plantea que es un fechado muy temprano plantea que no sería extraño por la existencia de fechas igual o más tempranas como las de Chiripa (P-1291) con 1379 + 134 B.C., Sokotiña (P 1134) con 1241 + 62 B.C. y Huancarani (Gak-1037) 1305 + 113 B.C. (Chávez Mohr 1980: 242).
[5] Aunque hay que anotar que Steadman (1995: Tabla 2) mediante sus excavaciones en el sitio de Camata nos aporta 9 fechados para sus fases relacionadas con cerámica Qaluyu y 8 para las fases relacionadas con cerámica Pukara. Aunque algo alejada del área de la cuenca Pukara-Ayaviri estos fechados ayudan a entender el problema Qaluyu-Pukara.
[6] Por ejemplo, el sitio de Qaqachupa cercano a la ciudad de Ayaviri y asociado con cerámica Qaluyu (Rowe 1956: 144), tuvo una ocupación precerámica (Burger et al. 200: 299).
[7] Excavaciones realizadas por Elías Mujica (1987) definieron ocupaciones humanas más tempranas en Pukara, algunas de ellas incluso más tempranas que las asociadas a cerámica Qaluyu. En este caso, la secuencia cronológica fue establecida por la superposición de capas y la cerámica asociada a ellas.
[8] Estamos a la espera de la monografía sobre el sitio de Quelcatani (Ilave), investigado por Mark Aldenderfer y que seguramente planteará nuevas cuestiones acerca del temprano poblamiento del área del Titicaca. En Aldenderfer y Klink 2005 se adelanta que los fechados radiocarbónicos en el sitio de Quelcatani plantean una ocupación humana temprana alrededor de 7300 años BP. También se puede consultar Klink 2005 y Cipolla 2005 para síntesis de investigaciones de sitios “Arcaicos” en las áreas de Ilave y Huancané, respectivamente.
[9] La existencia de arte rupestre, no ha sido definitivamente corroborada con la ocupación humana temprana, ya que sólo se han hecho registros y comparaciones estilísticas de dichos paneles.
[10] Fuerza productivas= fuerza de trabajo (número de seres sociales) + medios de producción (instrumentos de producción como útiles líticos).
[11] En ninguna de las investigaciones revisadas (salvo Wheeler y Mujica 1981) pudimos encontrar alguna referencia significativa de la explotación intensiva de los camélidos como factor del desarrollo económico-social temprano de la cuenca norte del Titicaca, cuando por ejemplo, el mismo asentamiento de Qaluyu poseía una cantidad significativa de restos óseos de estos animales (el 34 % del total de la dieta. Mohr Chávez 1982: 5) y, adicionalmente, se han encontrado artefactos producidos en ese soporte, algunos de ellos utilizados en la producción textil y cerámica (Tantaleán 2005).
[12] Si bien la agricultura y la ganadería de camélidos parecen ser las actividades que solucionaron el problema de la alimentación básica de la sociedad Qaluyu, la caza y la pesca siguen siendo actividades complementarias para la dieta humana (Mohr Chávez 1980).
[13] Puesto que el espacio temporal del que nos ocupamos escapa a estos antecedentes sociales, lo anterior representará una hipótesis que habrá de contrastarse con la materialidad social de dicha formación económico-social.
[14] Para la ubicación y descripción de los pocos sitios relacionados con cerámica Qaluyu ver Lumbreras y Amat 1966, Mujica 1985.
[15] Cuando decimos “Producción primaria” nos referimos a la producción de los alimentos necesaria para la reproducción biólogica de la sociedad.
[16] Asimismo, los pocos entierros humanos asociados a cerámica Qaluyu conocidos (Mohr 1969, Steadman 1995) no incluyen amortización o consumo pasivo de productos. Por el contrario, los individuos son enterrados individualmente en los mismos montículos sin ningún artefacto (que sobrevivió hasta su excavación) que plantee la acumulación de bienes por parte de un grupo social.
[17] Como todavía no se ha establecido la cuestión de las relaciones económicas entre dichas sociedades, el término “intercambio comercial” todavía no es aceptado por nosotros plenamente. Más aún, cuando hemos visto que el término intercambio procede de las teorías antropológico económicas de Karl Polanyi e introducidas a la prehistoria por Sahlins y Fried.
[18] Aunque esta relación, se materializa en vasijas cerámicas éstas, además de ser productos intercambiables por sí mismos, también son contenedores de alimentos u otras sustancias. Obviamente, éstas son sustancias que no soportan el paso del tiempo y que por nuestro afán “cacharrológico” hemos desestimado como parte de la explicación de las relaciones económicas entre sociedades. Por ello, una posición materialista histórica se aproximará a la cerámica en su “tridimensionalidad”, vale decir como producto, medio de (re)producción y medio de distribución.
[19] La obsidiana encontrada en sitios asociados con cerámica Qaluyu provendría de la fuente de obsidiana de Chivay, en el cañón del rio Colca, Arequipa. Para los sitios relacionados con cerámica Pukara, además de la anterior fuente, se utilizaría la de Alca, ubicada en el cañón del Colca (Burger et al. 2000), lo que supondría que si bien existe una utilización permanente de la primera fuente dada su cercanía relativa a estos sitios, será durante Pukara cuando se amplíe los distribución y consumo centralizado de productos exóticos como la obsidiana.
[20] Según la Teoría del Valor de Marx ([1867] 1973), existen dos tipos de valor: el “valor de uso” y el “valor de cambio”. En este caso, el valor de uso es el valor real del objeto y que está relacionado directamente con sus características físicas (materiales). En este caso el producto sólo tiene un valor funcional y se hace domésticamente para la producción de mantenimiento (MP + FT = VU. Donde MP es materia prima y FT fuerza de trabajo y VU valor de uso).
[21] Para una discusión en esta perspectiva se puede consultar Bonilla (1980).
[22] La fuerza de trabajo aquí empleada sería tanto la invertida en la construcción misma de los edificios y estructuras anexas como en la previa producción de elementos que los componen (tanto constitutivos como ornamento-seculares: estelas, monolitos, pintura, etc).
[23] Las fuentes de arcilla para la producción de las vasijas decoradas estarían dentro del área del sitio de Pukara (Chávez 1992: 519). Esto es relevante pues habría un control directo sobre una materia prima.
[24] Éstas son depresiones en el terreno donde se captan las aguas de lluvia o de una fuente de agua cercana.
[25] Las necesidades básicas de la población común estarían aseguradas por la producción agrícola y ganadera (Bandy 2001: 593).
[26] De hecho, el personaje del “Degollador” fue representado en piedra de manera estandarizada como se puede apreciar en las esculturas de Pukara (Valcárcel 1932b: 19 y 23), Japisi, Arapa (Chávez 1981, fig. 1), Altarane, Hatuncolla (Paredes 1984) y dos esculturas más ubicadas en la isla del Sol (Ponce Sanginés 1969).
[27] No sería extraño que esto sucediese, cuando en Chavin (y sin que esto signifique una extrapolación simple) dicha actividad era realizada como se desprende del análisis paleoantropológico de los huesos humanos recuperados en la “Galería de las ofrendas” y de las observaciones de Rosa Fung en otros sectores del sitio (Lumbreras 1993).

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